Cultura Tiahuanaco, Collas y Aimaras.
Entre los años 800 y 1200 d.C. el altiplano, compartido hoy
por Perú y Bolivia, fue testigo del desarrollo de la cultura Tiahuanaco. Una
civilización cuya influencia, especialmente en el ámbito religioso, se dejo
sentir en casi todo el territorio peruano. Con destreza desarrollaron la
arquitectura, la litoescultura, la cerámica y la textilería, dejando en todas
sus piezas, una iconografía religiosa que aún no comprendemos a cabalidad. Al
decaer el poder Tiahuanaco, diversas culturales locales surgieron en sus
antiguos dominios. Los Collas y Aymaras destacaron sobre los demás reinos.
Los Incas, en el siglo XV, entraron en la meseta del Collao
conquistando violentamente a los grupos collas que habitaban tanto la parte
alta como las tierras bajas. Otros pueblos como los lupacas, pacajes y
azángaros optaron más bien por aliarse a los Incas y establecieron vínculos de
reciprocidad con los gobernantes cusqueños.
Los conquistadores españoles establecidos en Cusco tuvieron
noticias de las riquezas que guardaba la región del Collao. Empezó así, la
presencia hispana en el Altiplano.
A mediados del siglo XVII, el control de las minas de
Laycacota ocasionó terribles disputas. El propio virrey Conde de Lemos viajó
hasta la zona para pacificarla y fundó entonces la actual ciudad de Puno con el
nombre de San Carlos de Puno el 4 de noviembre de 1668. Más tarde, durante el
siglo XVIII, la población indígena de la región apoyó la rebelión de Túpac
Amaru y la de Túpac Catari, y exigió poner fin a los abusos cometidos por las
malas autoridades.
En el siglo XX los campesinos puneños se levantaron
nuevamente, esta vez con Teodomiro Gutiérrez Cuevas Rumi Maqui como líder,
lucharon contra aquellos que pretendían arrebatarles sus tierras. La tradición
campesina se ha mantenido en el departamento cuyas principales actividades
continúan siendo la agricultura y la ganadería con miras al mercado regional
del sur andino.
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